viernes, 12 de noviembre de 2010

A NUESTRO GRAN AMIGO Y TESORERO


CLUB DE TENIS TRES CANTOS

A NUESTRO QUERIDO TESORERO

Desde estas páginas quiero agradecerte públicamente, José Luis, tu cariño, dedicación y entrega hacia el Club de Tenis Tres Cantos, un Club al que llegaste hace más de 20 años para ayudar a tu hija, profesora del Instituto José Luis Sampedro, llevando a un grupo de estudiantes de dicho instituto para participar en el Torneo de Tenis del Patrimonio Nacional. Desde entonces te ofreciste, porque ya estabas jubilado, para colaborar con el proyecto de nuestro Club, y seguiste así hasta el final. Aún recuerdo como disfrutaste el día en que esos chicos de Tres Cantos se proclamaron campeones del Torneo de Patrimonio Nacional. Tanto es así que, como premio adicional, les invitaste a todos a comer. Porque tú eras así, generoso: no necesitabas que nadie te dijese o te pidiese nada. Cualquier cosa que alguien hacía para el Club de Tenis Tres Cantos, tu siempre sabías cómo corresponderle.
O el día que recibiste, como capitán del equipo absoluto femenino, el trofeo que las acreditaba como ganadoras. No hay más que ver la foto que inmortaliza ese momento, y que ocupa un lugar de honor en la sede del Club, para notar cómo te sentías de orgulloso.
Gracias, José Luis, por todos estos años que hemos estado juntos, por haber tenido la suerte de ser tu amigo, por todo tu apoyo y el ánimo que siempre me has dado, por haber pertenecido a ese equipo de veteranos que nos hacía a todos disfrutar, con tu participación en los torneos para mayores de 65 años, por haberte visto, hasta hace muy poco, seguir jugando y disfrutando del tenis, por oírte hablar de tus partidos con tus compañeros de juego en la Federación o de los torneos que participabas en Alpedrete, donde pasabas tus veranos, y también, aunque no vivías aquí, por considerarte de Tres Cantos como el que más. Porque allí por donde ibas, siempre hablabas maravillas de esta ciudad y de sus posibilidades en el deporte. Hasta tal punto eras fan de Tres Cantos, que, cuando te despedíamos, he podido escuchar a tus vecinos de Madrid o de Alpedrete, cómo conocían el municipio, el Club de Tenis y sus múltiples actividades, gracias a las cosas que les contabas.
Después de casi 81 años, has terminado el torneo de la vida. Ahora he comprendido la diferencia entre terminar el partido y perderlo. Y te aseguro que tú no has perdido. Al contrario, he podido comprobar en estos días todo el cariño y amor que has sembrado a tu alrededor entre tus familiares y amigos. Por eso, seguirás en nuestros corazones y allí donde estés, continuarás practicando tu deporte favorito.
Descansa en paz.